"El primer paso es institucionalizar el tele-trabajo".
Esta es una de las frases de la escritora, abogada y educadora Joan C. Williams. Durante gran parte de su vida profesional, Williams ha estudiado las implicaciones que existen entre el trabajo tradicional (e.g. de 9am a 5pm), trabajo de cuello blanco y cuello azul (por sus traducciones en inglés), luchando por la equidad de género en el trabajo, y evidenciado aún más por la pandemia global: el tele-trabajo y sus efectos en el trabajo del futuro.
Las diferencias con economías emergentes
En Colombia y otros países con economías emergentes, estas implicaciones varían sustancialmente por que dejan de lado la idiosincrasia que nosotros como latinoamericanos tenemos, las circunstancias que acobijan el trabajador común, y las expectativas de multinacionales. Menciono multinacionales porque en la mayoría de los casos, estas llevan la batuta en cuanto a prácticas laborales y estatutos de trabajo; el resto de Mipymes y startups procuran acoplarse a estas reglamentaciones o adoptar estas prácticas.
Primero, algunos hechos (por ahora, de Colombia, obtenido de El Tiempo y Portafolio):

La lista continúa y la problemática se agudiza: ¿Cómo hablamos del futuro del trabajo si estamos construyendo soluciones exclusivamente para una audiencia prácticamente urbana, con connotaciones corporativas de economías avanzadas?
Cuando un problema común de la fuerza laboral en una economía avanzada es escoger un escritorio para el home office, el problema en una economía emergente es trepar un árbol para conectarse a clases virtuales aa.com.tr
Por ejemplo, muchos llaman al futuro-del-trabajo como el semillero de las industrias 4.0, donde la inteligencia artificial, blockchain, y otros buzzwords ocupan el léxico de quienes hablan día a día sobre el tema. Y aunque es evidente que debemos salirnos de esa falacia Ludita en la que la tecnología no es va a incrementar el desempleo, Aún cuando estas innovaciones tecnológicas si impactan la forma en la que trabajamos, el paradigma del trabajador del futuro no se basa exclusivamente en la adopción de estas tecnologías. Va mucho más allá de esto y se basa en temas fundamentales – y básicos – como:
- Transporte (y el impacto a causa de Covid-19)
- Herramientas de comunicación laboral
- Condiciones laborales de tele-trabajo
- Formalización de empleos
Lo anterior es apenas la punta del iceberg. El punto principal es entender que el concepto de Foucault y Deleuze sobre sociedades de disciplina y control sigue prácticamente igual que hace un siglo. Sin querer entrar en filosofía, debo contextualizar con este fragmento escrito por Gilles Deleuze que lo ilustra perfectamente:
En las sociedades disciplinarias siempre se volvía a empezar (de la escuela al cuartel, del cuartel a la fábrica), mientras que en las sociedades de control uno nunca acaba con nada: la corporación, el sistema educativo, las fuerzas armadas son estados meta-estables. Coexistiendo en una y la misma modulación, como un sistema universal de deformación. Gilles Deleuze
Ideas para construir un trabajo del futuro óptimo, resiliente y sostenible
Con lo anterior, el propósito que tenemos como sociedad especialmente durante esta coyuntura y poder romper con ese paradigma, no es cómo inyectamos inteligencia artificial a absolutamente todo lo que se nos ocurre construir, o implementar machine learning a bases de datos interminables para lograr optimizar por 0.1% un proceso operativo en un warehouse de Amazon.
Para hablar del trabajo del futuro lo que debemos hacer es entender bien la idiosincrasia que nuestra realidad latinoamericana necesita, desde cosas básicas para equipar al trabajador del futuro (…o del presente) con herramientas que les permitan crear, construir, y avanzar profesionalmente sin menospreciar la escalabilidad que la tecnología nos ofrece. Por ejemplo:
- Bancarización y herramientas Fintech para empoderar a todos los territorios del país (soluciones como Cajero pueden aliviar esto). Esto cobra aún más importancia al comenzar a hacer pagos sin contacto. ¿No es absurdo que la población de 18 a 25 años, el rango de edad más productivo, es la menos atendida por el sector financiero (apenas el 57,2% cuenta con algún producto financiero)?
- Conectividad nacional por medio de alianzas corporativas y organizaciones regionales y locales. Por ejemplo, el enfoque en implementar tecnologías satelitales en lugar de fibra óptica que no tienen límites geográficos ni técnicos.
- Democratización de acceso a oportunidades laborales con entendimiento de habilidades específicas. Si entendemos que el trabajo del futuro no es simplemente la idea de un empleado de una corporación quien ahora trabaja remotamente, sino la construcción de un ecosistema más democratizado en el cual las habilidades de cada persona son cuantificables y horizontales, de tal forma que puedan entrar al mercado laboral más rápidamente, confío en que el empleado ideal no será aturdido por las presiones de otras dinámicas laborales, sino que tendrá un abanico de posibilidades para sentirse empoderado y tomar su profesión por las riendas.

Al estar enfocados en industrias creativas, Mavity ha priorizado justamente el sector de creativos entre 18 a 25 años, creando soluciones con entidades que acobijan gran parte del territorio nacional, pero uno de los grandes retos es la falta de conectividad y el flujo de transacciones necesario para revitalizar y re-activar la economía.
Concluyo con este fragmento, de un estudio realizado por CLACSO en el 2001 (¡!), que al día de hoy se mantiene vigente, y de vital importancia para tener en cuenta:
Las variaciones en modelos de producción [en el campo laboral] pueden ser tan importantes como para conformar varios modelos y no uno solo: porque los sistemas de relaciones industriales no son iguales ni siquiera entre los países desarrollados, porque puede haber varias historias y trayectorias de desarrollo entre empresas, trayectorias que influyan en su futuro, porque las culturas empresariales y laborales, diferentes a las doctrinas, no se igualan tampoco. CLACSO, 2001